Escuchen, hijos, la instrucción de un padre, presten atención, para poder comprender:
lo que yo les doy es una sana doctrina, no abandonen mi esperanza.
Yo también fui un hijo para mi padre, tierno y muy querido a los ojos de mi madre.
Él me decía para instruirme: Que tu corazón retenga mis palabras, observa mis mandamientos y vivirás.
Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia, no olvides las palabras de mi boca ni te desvíes de No la abandones, y ella te protegerá, ámala, y ella te cuidará.
El comienzo de la sabiduría es tratar de adquirirla; con todo lo que poseas, adquiere la inteligencia.
Apréciala al máximo, y ella te encumbrará; te glorificará, si tú la abrazas.
Pondrá en tu cabeza una diadema de gracia, te obsequiará una corona de gloria.
lo que yo les doy es una sana doctrina, no abandonen mi esperanza.
Yo también fui un hijo para mi padre, tierno y muy querido a los ojos de mi madre.
Él me decía para instruirme: Que tu corazón retenga mis palabras, observa mis mandamientos y vivirás.
Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia, no olvides las palabras de mi boca ni te desvíes de No la abandones, y ella te protegerá, ámala, y ella te cuidará.
El comienzo de la sabiduría es tratar de adquirirla; con todo lo que poseas, adquiere la inteligencia.
Apréciala al máximo, y ella te encumbrará; te glorificará, si tú la abrazas.
Pondrá en tu cabeza una diadema de gracia, te obsequiará una corona de gloria.