Hijo mío, presta atención a lo que te digo, inclina tu oído a mis palabras.
Que ellas no se aparten de tus ojos, guárdalas bien dentro de tu corazón,
porque son vida para los que las encuentran y salud para todo ser viviente.
Con todo cuidado vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida.
Aparta de ti las palabras perversas y aleja de tus labios la malicia.
Que tus ojos miren de frente y tu mirada vaya derecho hacia adelante.
No te desvíes ni a derecha ni a izquierda, aparta tus pies lejos del mal.